Desafortunadamente esta no es una historia de ciencia ficción. Ocurrió en un autobús de esa empresa cuyas unidades suelen descomponerse o incendiarse en el trayecto con alguna frecuencia para malestar de sus muy nobles y leales usuarios. Cuando una de estas personas decidió contestar el teléfono le dijo a su interlocutor: “sí, ya casi estoy allí, voy llegando al parque de San Pedro”. La realidad era que el bus apenas iba escalando el cerro de Ochomogo. Aquel encuentro pactado con anterioridad en tiempo y lugar tardaría al menos unos cincuenta minutos más de lo previsto en llevarse a cabo.
De igual manera, hace poco fui invitado a la presentación de un libro. Según la información recibida, dicha actividad iniciaría las 6:00 p.m. pero treinta y cinco minutos después de la hora señalada, una de las organizadoras anunció que habría que esperar otro “tiempito”, pues por las “presas” algunas personas convocadas llegarían “un poquito tarde”. De esta forma, por la falta de previsión de unos se castigaba la responsabilidad de otros. Sé que hay familias y organizaciones que convocan a sus fiestas o reuniones media o una hora antes de lo previsto, en atención a los “buenos ticos” que llegan tarde, pero irrespetando a los “malos ticos” que llegan en el tiempo indicado.
En realidad, no creo que los buenos ticos sean los que llegan tarde, sino todo lo contrario (o “viceversa volteado”, como decía don Teofilito), son aquellos que suelen llegar a tiempo a los compromisos adquiridos. Son las personas que toman las previsiones necesarias para ser responsables y presentarse a las actividades sociales o profesionales en el momento oportunamente pactado. En este sentido, me ha pasado que tengo que esperar más de lo debido en el consultorio de algún un profesional que me convoca a cierta hora y me atiende mucho después. No entiendo esa falta de respeto al cliente, si le estoy pagando por sus servicios, “ni que me los estuvieran regalando”.
Parece ser que las habilidades blandas (HHBB), esas que se definen como aquellas cualidades que facultan a las personas para moverse adecuadamente en su entorno, trabajar bien con otros, y así alcanzar un óptimo desempeño para el alcance de objetivos, ahora han cambiado de nombre y se denominan “Habilidades de poder”. Entre estas cualidades sobresalen, por ejemplo, la creatividad, la resolución de conflictos, la toma de decisiones, la comunicación, el liderazgo, el pensamiento crítico, el trabajo en equipo y muchas otras dependiendo de los autores que se citen. Opino que debe incluirse entre estas habilidades de poder la PUNTUALIDAD. La escribo así, con mayúscula para llamar la atención acerca de su importancia en todos los ámbitos de la vida, particularmente en las relaciones interpersonales, como una muestra de respeto hacia la persona y al manejo que esta hace de su tiempo.
Hay que erradicar de la idiosincrasia de tiquicia hechos como: “la novia que llega tarde”, “el muerto que se atrasa”, “el médico que no llega”, “el abogado que está con otro cliente”, “el cura que tuvo un inconveniente”, “el profe que se demora porque esa es su personalidad” … todos ellos representantes de la cultura de la impuntualidad. Por eso felicito a todas aquellas personas y organizaciones que inician sus actividades a la hora a las que son convocadas por respeto a quienes son puntuales; “buenos ticos” como ellos hacen mucha falta en nuestro entorno. Definitivamente hay que desterrar a los “ladrones del tiempo” si queremos mejorar como sociedad. Y usted amable lector, no permita que le roben el suyo, porque el tiempo es un recurso limitado y dicen que “el tiempo perdido hasta los santos lo lloran”.
Psicólogo y docente
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